El pasado miércoles tuve la oportunidad de refrescar la mente, aprender y compartir conocimientos en la 8º edición del NEXT GENERATION LEARNING 2015, donde acudí como invitado de su organizador IIR España. Diversos expertos de reconocido prestigioso, representando a empresas punteras como Cepsa, Pelayo o La Caixa entre otras, nos hicieron participes de las interesantes experiencias y casos de éxito que están desarrollando.
Fue especialmente valioso conocer la visión de compañías pertenecientes a sectores tan dispares como el farmacéutico, tecnológico…o incluso la misma Policía Nacional. Si bien la diversidad del alumnado o la cultura corporativa determinan las características del modelo de aprendizaje más conveniente a implementar, parece que hay algunos condicionantes que son compartidos.
En primer lugar, citando a uno de los ponentes, Carlos Hidalgo de Takeda Farmacéutica, destacaría que el cerebro aprende mejor si se divierte y además se divierte aprendiendo. Es hora de “Aprender jugando”. Si bien da la impresión de que los sistemas tradicionales de aprendizaje han intentado separar ambos conceptos, resulta algo innato en nuestra naturaleza y debemos potenciar su unión, algo que percibimos con claridad durante nuestra infancia por ejemplo aprendiendo los roles de indios y vaqueros, simulando ser cocineros, resolviendo puzles…“Aprender haciendo” no ha sido una moda, es real y nos ayuda a lograr los objetivos de la formación.
En segundo lugar las organizaciones actuales atraen a una generación de jóvenes profesionales que han pasado miles de horas jugando y navegando por la red. Es difícil pensar que un curso de e-learning clásico y secuencial les resulte sugerente, cuando en ocasiones una paloma bien amaestrada podría realizarlo pulsando el botón adecuado.
Quizás algunos alumnos más “veteranos” sean reacios o los propios directivos introduzcan trabas a incluir la gamificación en los planes formativos por considerar que son “jueguecitos” inútiles. Será nuestro deber concienciarles, quizás planteándoles si consideran un pasatiempo las horas que pasa un piloto de avión en un simulador.
Otro concepto interesante fue incluir la recompensa como motivador para el alumno. Las posibilidades son innumerables, desde un simple pendrive hasta una mención en la newsletter corporativa. Personalmente opino que la recompensa es una gran herramienta, si bien cuando leemos un libro o vemos un video de Youtube no esperamos un premio excepto el que supone nuestra propia satisfacción personal al hacerlo. Retribuir algo que se hacía voluntariamente pude provocar que pierda parte de su atractivo. Lo ideal es combinar la automotivación que nace en el propio alumno con algún “caramelo” que impulse aún más la experiencia de aprender.
Asimismo es patente que la formación debe ser útil para el alumno. Parece algo elemental pero seguimos encontrando muchos cursos aburridos e innecesarios. Cuando no mostramos el beneficio personal de realizar una formación es difícil evitar el absentismo o exigir atención al alumno.
Es importante trabajar el “look and feel” para que la presentación de los resultados sea comprensible, mostrando todos los beneficios inmediatos y futuros que el alumno obtendrá.
Actualmente se habla también mucho del “rapid learning”, basado en herramientas y metodologías que permiten acelerar el desarrollo de contenidos inmediatos y eficaces, logrando disminuir costes considerablemente. Hoy día ya no son imprescindibles grandes conocimientos técnicos para generar contenidos potentes, gracias a herramientas de fácil manejo y en muchos casos gratuitas.
En todo caso nunca se debe olvidar el objetivo principal, lograr que el Know How se canalice con provecho.
Si la empresa no facilita y coordina este proceso son muchas veces los propios empleados quienes toman la iniciativa, y es ya habitual ver grupos de WhatsApp donde se resuelven las dudas del día a día. ¡Vayamos por delante y aprovechemos todas las posibilidades!
Luis Miguel Fuentes Gutiérrez
Socio Director
In Confidence